Si pudieras sentarte en la punta de una gigantesca montaña, y pasar horas meditando ¿lo harías?
Si alguna vez alguien lo pensó
Fue un pensamiento del alma
que habeces en algunas ocasiones
nos pide alas.
Sentado a la sombra de aquél frondoso árbol de ojas amarillas
las horas comenzaron a pasar como segundos
Llegó una especie de sueño
donde este arbol era entonces todo verde.
Sus frutos eran como gemas de color rosado y una geometría impresa en ellos en forma de un cubo
Se aproximó 2 personas y de el tomaron un fruto cada cual y cada fruto poseía nuestro nombre asignado al nombre mismo de un ángel cuyo nombre es bajo ley
Parecía sueño, dentro del mismo sueño de ojos abiertos
pero en medio del descanzo el cuerpo caminó en otros senderos.
Un sentir de perfección universal se aproximó, y todo adentro el ser interno se estremeció.